Se trata de un paraje único de gran belleza natural principalmente por su geología, fauna y flora pues es unos de los más importantes ejemplos de paisaje karstico en Europa. Precisamente de una de las formas más comunes del paisaje kárstico, las torcas o dolinas, este paraje natural toma su nombre de Torcal. Tal es su importancia medioambiental y paisajística que fue el primer territorio de Andalucía reconocido como Espacio Natural Protegido al ser declarado Sitio Natural de Interés Nacional en 1929. Desde 1989 está considerado Paraje Natural por el Parlamento Andaluz.
El Torcal de Antequera forma parte del arco calizo de las Sierras Subbéticas y su origen lo encontramos en los sedimentos marinos del periodo Jurásico formados entre hace 250 y 150 millones de años, que poco a poco fueron cementando bajo el mar para formar rocas sedimentarias.
Posteriormente, durante la orogenia alpina (que aún está activa y discurre desde la cordilleras del Atlas y nuestras Béticas hasta la cordillera del Himalaya) y debido al empuje mutuo de África contra la Península Ibérica, estos sedimentos ascienden más de 1000 metros sobre el nivel del Mar (por ello es fácil encontrar fósiles marinos en el Torcal. Es importante señalar que están totalmente prohibido su extracción o manipulación además que sería un acto contra la conservación del entorno y que nuestros descendientes tienen derecho a disfrutar lo más intacto posible) como un todo y manteniendo la horizontalidad de sus estratos, lo que le da su característico aspecto de capas apiladas con filos redondeados pues sus rocas han sido esculpidas caprichosamente por la Naturaleza gracias a las herramientas erosivas que son físicas (acción del agua, viento, el frío y el calor combinadas con la acción del hielo,…) y química debido al efecto ácido del anhídrido carbónico, hasta ofrecernos una visión espectacular de gran belleza natural, donde encontramos en la superficie curiosas rocas que asemejan a objetos y animales como el tornillo», el «dromedario», los «prismáticos» entro otros muchos y en el subsuelo un gran repertorio de cuevas, simas verticales (algunas con hasta 225 metros de profundidad) y horizontales, y otras formas subterráneas. Algunas cuevas tienen vestigios de haber sido habitadas durante el Neolítico y la Edad del Cobre.
En 2016, los dólmenes de Menga y Viera, el tholos del Romeral, la Peña de los Enamorados y el Torcal de Antequera fueron declarados por la UNESCO Patrimonio Mundial de la Humanidad.